1 En China: décimo día

Hoy sería un día atípico pues era programado para una sola actividad, pero a su vez era uno de los días con mayor ajetreo, en menos de seis kilómetros cuadrados.

La Exposición Universal de Shanghai era lo que ocupaba esta jornada y es un evento casi que irrepetible, pues se realiza cada cinco años en ciudades escogidas con anterioridad; así que por coincidencia estaba en el lugar  indicado y en la fecha correcta.

73 millones de visitantes a una media de 400 mil por día son cifras que hablan por sí solas de la majestuosidad de la Expo 2010.  Desde el momento en que se realiza la fila para el ingreso se aprecia la cantidad de personas que vienen atraídas por múltiples elementos:  conocer sobre nuevas tecnologías, aprender sobre otros países, disfrutar de la arquitectura de los pabellones o simplemente pasar un día para el recuerdo en una mini ciudad con representantes de la mayoría de países del mundo.



 
Ver mapa más grande - La Expo 2010 Shanghai

En un gran porcentaje, los visitantes son turistas chinos que ansiosos iban en hilera como hormigas aguantando el sofocante calor, solo aliviado por humedecedores puestos en sitios estratégicos.  Sorteada la admisión y las típicas medidas de seguridad propias de estos programas, la primera parada sería la exhibición de Colombia.  El pabellón estaba ubicado en el costado occidental de la Expo y desde el punto en el cual me encontraba era necesario tomar un medio de transporte:  se podía abordar un bus gratuito que circulaba por las principales avenidas o alquilar un auto eléctrico para recorridos más personalizados.  La señalización vertical y horizontal de las vías, así como un asfaltado perfecto dan envidia de ver todo tan puesto en orden y limpio, diseñado para un largo plazo y sabiendo que su inversión será retornada.  El bus se demoró cinco minutos en llegar al destino, bajándome y caminando para poder apreciar qué tenía Colombia para mostrar.  Las sugerencias hechas por los guías y las personas que conocen sobre la feria recalcan que lo más espectacular es la arquitectura de los pabellones -no tanto lo que hay en su interior-.  Debo reconocer que cada país se esforzó al máximo para tener una atracción digna de manifestar, y el ingreso a cada pabellón se demoraba entre una hora hasta diez horas haciendo la fila respectiva, así que visitar realmente la exposición era un plan de varios días para lograr recorrer todo (como nota curiosa, vendían unos pasaportes conmemorativos a los que los visitantes les hacían poner el sello del país luego de recorrer su pabellón, causando sensación entre los ávidos coleccionistas).

Cuál sería mi sorpresa al ver que Colombia, con su modesto pero bien decorado edificio, tenía filas de visitantes que llegaban a casi las dos cuadras, no me esperaba esta demanda por parte de los chinos y más por el hecho de que somos algo desconocidos para ellos.  De las pocas veces que tener un pasaporte colombiano no nos hacía ser prejuzgados por los actos de unos pocos sino que nos abría las puertas del pabellón como invitados especiales, presenciando el espectáculo en su interior con videos de cómo se está superando el país, sus avances y desarrollos, una cascada que a un lado tenía una réplica de las murallas de Cartagena, mientras que por el aire se apreciaba una réplica del Metrocable de Medellín; una flor inmensa coronaba el techo de la estructura decorada con múltiples colores.  El acceso a la sala VIP fue otra ventaja de la nacionalidad, allí Gustavo Gaviria (embajador extraordinario en misión especial para la Expo) expuso por qué Colombia fue acomodada en ese lugar, entre Brasil y Perú, a pocos metros de Estados Unidos, en lo que él llamo “la mejor ubicación de Shanghai 2010”.  Resaltó que las relaciones colombo – chinas iban por un muy buen camino y que eso se veía reflejado en muchas cosas que habían pasado últimamente; su discurso se extendió por una hora, rematando con muestras de productos típicos, como las esmeraldas, y recalcando la misión que ellos hacían allí.


Pabellón de Colombia y Juan Váldez como la imagen a mostrar - Expo 2010, Shanghai, China.

Debía regresar al extremo oriental de la feria, pues allí estaba la siguiente parada programada en la agenda del día, el pabellón chino.  Esta vez, para llegar hasta allí lo haría caminando para poder disfrutar de los diversos pabellones y por qué no, tratar de ingresar a alguno para capturar algún recuerdo.  Estados Unidos parecía ser uno de los más populares, las largas filas alrededor daban esa impresión y tratar de entrar era un reto para aquellos con disponibilidad total de tiempo.  Otro edificio albergaba, en conjunto, varios países de centro y sur América como Bolivia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador,  Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y Uruguay.  México y una especie de bosque de sombrillas coloridas en su exterior decoraban su pabellón.  Canadá parecía una gran caja de madera y Rusia simulaba muros de nieve, pero como si fueran figuras cortadas en papel imitando al kirigami.  El pabellón rumano era una especie de gran manzana de cristal, con conceptos ambientales, mientras que el inglés parecía un gran puercoespín cúbico con varillas forjando una escultura cuyo principal atractivo era el brillo nocturno.  Italia y un edificio de vidrio en cuyo interior se lograba apreciar un muro con arquitectura característica romana.  Alemania mostraba un diseño sacado como de una fábrica de Mercedes, mientras que otros países europeos combinaban colores y detalles para acoger a sus visitantes.

A estas alturas, del grupo de la misión, éramos pocos lo que estábamos recorriendo la parte europea; un compañero se acercó a felicitar al personal de España por su pabellón, un gran cesto de mimbre para demostrar el uso de las nuevas tecnologías con los viejos materiales; lo que siguió se convirtió en una de las mejores anécdotas del viaje:  al congratular a los españoles, él se percató de que dictaban una pequeña clase de diez minutos de español para chinos y que una vez finalizada, podían entrar sin contratiempos a la muestra; así que mientras miles de chinos hacían fila para su ingreso, unos cuantos de ellos y nosotros recibíamos esta introducción al español y obviamente nos destacamos como los mejores.  Lo sobresaliente, haber obtenido un lindo recuerdo de un libro que contiene 100 frases en español y chino, y por supuesto lograr entrar a uno de los pabellones con más demanda en la Expo.  Dentro, una película en un mural de gran formato muestra diversas características de España, pasando por los toros, el fútbol, la tomatina o el Guernica de Picasso; también hay diferentes proyecciones de otros temas, todo esto con una bailadora de flamenco ejecutando su danza como fondo.  En la salida, un bebé gigante simplifica lo que quieren los españoles para su futuro.

Luego de recorrer más de tres kilómetros a pie, era el turno del pabellón chino, una asombrosa estructura que se puede admirar desde muchos puntos de la zona de exposiciones.  Una especie de pirámide invertida con vigas intercaladas y un sistema de construcción muy oriental.  Poder ingresar no sería tan fácil y eso que contaba con los pases que proporcionaban los encargados de la parte de logística de la misión pues ”la joya de la corona” era el sentimiento del pueblo chino y como locales era la que más demanda atraía; así que delante, miles hacían fila y soportaban un sol que quemaba inmisericordemente.  Adentro la temática giraba en torno al futuro y desarrollar un ambiente en el cual se solucionaran las necesidades humanas pero sin dejar de lado el ambiente, por eso se mostraban tecnologías limpias para implementar como la eléctrica o la eólica; un poco de la historia de China, sus tradiciones, avances y demás completaban la exposición.


El impresionante Pabellón de la China - Expo 2010, Shanghai, China.

El cansancio era evidente en el grupo, las largas caminatas y aguantar tanto sol hicieron mella en muchos.  Así que mientras unos se dirigían al hotel para lograr descansar, otros nos quedábamos anteponiendo al agotamiento el deseo de aprovechar aunque fuera dos horas más lo que era esta fantástica reunión de culturas del mundo.  En el pabellón temático se muestra y compara la vida en diferentes ciudades, la familia, el trabajo, la salud, entre otros ítems identifican cómo se desenvuelven las culturas en el mundo.  Además querían resaltar sus creadores muchos aspectos que no tomamos en cuenta y que involucran tanto la Tierra como nuestro hábitat y lo que debemos replantear para seguirla manteniendo como nuestro hogar.

Un último pabellón, el de Tailandia, era la parada final; una nueva fila ya era algo habitual, así que después de un rato de espera, acompañado de bailes típicos y música, hice el ingreso para contemplar un montaje de la cultura del país mientras que la mascota thai contaba una historia y luego proyectaba un film en tres dimensiones.


192 países hicieron parte de la Expo - Shanghai, China.

Solo quedaba regresar al hotel, aquí fue de mucha ayuda una de las recomendaciones que dan a la hora de viajar y alojarse en China:  contar con una tarjeta del hotel, pues son pocos los que manejan el inglés y por lo tanto darse a entender puede ser algo titánico.  Mientras buscaba un taxi, apreciaba la iluminación nocturna de la zona, algo que resaltaba de gran manera y le daba un aire totalmente renovado a lo visto durante el día; un show de luces como pocos y que con seguridad pone en alto el listón para futuros eventos de este tipo.  El día acababa y el lema de “Mejor ciudad, mejor vida” tenía cada vez mucho más sentido.


Clic aquí para ver las fotos.

1 comentario:

Guillermo Alberto dijo...

A World Expo in #Shanghai, 192 countries, nature and technology, one goal: Better City, Better Life. 10° día en #China http://t.co/1WS0vgU