1 En China: undécimo día

La actividad prevista para este día incluía una serie de visitas de carácter histórico, la primera de ellas era el Templo del Buda de Jade (玉佛禅寺), un lugar de culto y visita obligada de los budistas.  Allí se encuentran varias estatuas de Buda, fabricadas en jade.  La construcción del templo se ejecutó a comienzos del siglo XX y es famoso porque una de las imágenes de jade mide casi dos metros, pesa tres toneladas, está sentada y fue un regalo traído desde Birmania.  Este sitio está enclavado en una zona céntrica de Shanghai, rodeado de contrastes pues cerca se aprecian edificios modernos y viejos locales de ventas de artículos destinados para las oraciones propias de estas creencias.  En la tienda del lugar venden una cantidad considerable de variedades de té, cada una con un propósito diferente, pero con una finalidad en común, aliviar las diferentes dolencias que aquejan al cuerpo humano.

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Detalle de una de las estatuas al interior del Templo Buda de Jade - Shanghai, China.

Avanzada la mañana, la Calle Nanjing (南京路) era el próximo sitio de interés para recorrer; es solo peatonal, a lado y lado se observan grandes almacenes por departamento de las marcas más famosas a escala mundial; un sitio ideal para aquellos ávidos de las compras que no les importa el precio.  La arquitectura del lugar recuerda edificaciones de mediados del siglo XX.  La calle está dividida en una zona este y una oeste; decidí tomar el camino de la segunda.  A medida que avanzaba, disfrutaba de este lugar y afortunadamente la cantidad de personas a esa hora no era tan notoria, por lo tanto podía transitar con más calma, apreciando todo lo que el lugar tenía para mostrar.  La Plaza Internacional Shimao, el Hotel Radisson y la Plaza Popular de Shanghai (人民广场), rematada con una escultura conocida como “Divergencia”, hacen parte del paisaje que logré identificar; los minutos que sobraban, y que eran pocos, los aproveché para disfrutar de una pequeña muestra de figuras y obras de arte a un costado de la calle.

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Escultura "Divergencia" en la Plaza Popular - Calle Nanjing, Shanghai, China.

Luego de esta caminata, me condujeron al “Malecón” (外滩) de Shanghai, una zona ubicada a orillas del río Huangpu y desde la cual, se divisa al frente la zona de Pudong.  Las fotos que se pueden lograr desde ahí son propias de una postal, pues se logra una panorámica de todas las nuevas construcciones que engalanan este sector de la ciudad haciendo contraste con los clásicos inmuebles entre los que se destacan antiguos y nuevos bancos, emblemáticos hoteles como el Peace y edificios gubernamentales.  A diario cientos de turistas pasan por aquí, caminando y disfrutando la zona.

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Pudong desde el Malecón - Rascacielos de Shanghai, China.

La siguiente pausa fue el barrio antiguo de Shanghai, compuesto en su mayoría por clásicas casas que representan la arquitectura tradicional China, con finos acabados y detalles en madera.  Estaban celebrando el festival de la carpa y toda la decoración del lugar giraba en torno a este pez.  Actualmente la zona es enteramente comercial y está dividida con base en los productos que allí se encuentran, es posible divisar locales destinados a las especias, tipos diferentes de comida, baratijas, joyas de gran valor y recuerdos.  La conglomeración de la gente es tal, que es mejor andar con cuidado, para no perderse o “perder” algún objeto personal.  Hacen juego con el lugar los jardines cuidadosamente arreglados y los pequeños estanques, en donde los patos desfilan frente a los turistas y los peces ornamentales se aglutinan en grandes cantidades esperando ser alimentados por cualquier migaja que les ofrezcan los transeúntes.  Entre los techos de estas reliquias, y a los lejos, en un contraste muy diciente, se observan los rascacielos, como queriendo decir que:  “aunque China conserva sus tradiciones, sigue adelante como el gran imperio que es”.

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Barrio antiguo de Shanghai - China.

Se acercaba la hora de dejar esta gran ciudad, no solo grande por su infraestructura, sino también por tener casi 20 millones de habitantes, que la convierten en la más poblada del país; debía dirigirme al aeropuerto para tomar el vuelo hacia la siguiente ciudad.  La idea original era mantenerse en el bus que prestó el servicio de transporte durante varios días, pero surgió una sugerencia casi imposible de rechazar:  ¿Para qué gastarse 40 minutos en un bus si pueden llegar al aeropuerto en menos de 10 minutos, en un tren de alta velocidad y a más de 300 kilómetros por hora?.  La idea sonaba estupenda y por un costo relativamente bajo podía tomar el tren de levitación magnética o MAGLEV.  Luego de partir de la estación, y mientras muchos todavía se acomodaban, el paisaje difuso que se ve a través de las ventanas y cruzarse con el MAGLEV de regreso en una fracción de segundo, ilustran la gran velocidad que despliega esta tecnología de punta; aunque no fue posible en el recorrido alcanzar el récord de 430 kilómetros por hora, sí queda el recuerdo de desplazarse los 30 kilómetros entre la estación y el aeropuerto a una velocidad de 301 kilómetros por hora, en casi 10 minutos, una hazaña que no creo que se repita en un vehículo terrestre.

¿Rompiendo algún récord? - MAGLEV, Shanghai, China.

El aeropuerto también es otra maravilla desde el punto de vista de todas las profesiones vinculadas en su construcción.  El Internacional de Pudong es una colosal construcción y de la cual doy fe de sus titánicas dimensiones, pues llegar desde los puestos de seguridad hasta la puerta de abordaje, a través de bandas transportadoras y con un ritmo alto al caminar, me tomó 10 minutos en un escenario decorado con grandes ventanales de vidrio y a través de los cuales se observaba el incesante tráfico de compañías aéreas de casi todo el mundo.

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